martes, 15 de enero de 2008

Ya no viene el ratoncito pérez



Dejó el diente en una de las aristas del lavabo enmohecido. Examinó con la lengua el hueco de la encía mellada. El sabor acre de la sangre le devolvió al ring, su cuerpo había memorizado el guantazo. No se molestó en limpiar el diente; sólo lo dejó, para no perderlo, junto al grifo, donde manaba un hilillo de agua que no podía detenerse. Acercó el rostro al espejo para acariciarse las bolsas de los párpados, inflamadas, azules. Orinó en el sumidero de la ducha. Con las palmas de las manos se alisó las cejas. Con la manga secó el sudor de su frente. El cuarto hedía a fístula de desagüe.

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