jueves, 12 de abril de 2007

La maldición rubia

Me gustaría hablar de la Pataky. Sí, ya sé que voy un poco retrasada con el tema y que todos ya habéis visto hasta la saciedad los dos reportajes en discordia. Pero que le voy a hacer si una ha empezado a trabajar y cuando llega a casa está exhausta de leer cómo coge las curvas el SEAT Altea como para ponerse a perorar sobre las trabajadas curvas de la anatomía Patakyana. Y que culpa tengo yo, insisto, si cuando tengo unos días de relajo voy y pillo unas anginas de dos pares de amígdalas que me han tenido al borde de la parca muerte. Además, queridos amigos, nunca viene mal reflexionar sobre lo efímero de la belleza humana, aunque sea a destiempo y sin concierto.

Elsa es bella, sí, pero de una hermosura trabajada a golpe de bisturí, cincel y esfuerzo, para nada es connatural o innata. Con esta premisa inicial no quiero quitarle mérito a la chiquilla, simplemente evidencio un hecho. Sólo hay que evocarla en A salir de clase para ver lo que ha mejorado la joven. Así, a ojo de buen cubero me sale que se ha retocado pómulos, nariz y probablemente pechos. Amén de seguir a rajatabla una dieta espartana de ésas que todas nos proponemos a pies juntillas, para luego sucumbir a los pecados de la carne. Puedo aseverar que Elsa no ha caído ante ningún desliz alimentario y que además se ha dejado el alma y el chasis en horas de gimnasio y entrenadores personales. Sólo así, con tan ingente esfuerzo y sacrificio, se llega a esa anatomía perfecta por la que suspiran los machos, tan ajenos ellos al dolor que infligen sus voraces apetitos de carne turgente. Ya se sabe que el padecimiento y la autoflagelación son mucho más eficaces que cualquier tipo de liposucción avanzada. Y ante tal fuerza de voluntad y ese tesón por la imagen ideal, me descubro. Pataky se lo ha currado en lugar de lamentarse por su perfil aguileño y su figura regordeta y ahora es bella de narices. Ésta será la primera y única vez que me oiréis alabar una rinoplastia, porque la verdad que le ha quedado natural y con personalidad. Claro que también ayuda el estilista adecuado que le aconsejó dejar esa ropa hortera de antaño y el peluquero que consiguió domar su cabellera y dar con la tonalidad precisa para no parecer una barbie hispana más.

Guapa sí, pero sin suerte. Y esta afirmación no es la típica envidia que se le achaca a cualquier mujer que osa criticar a una belleza (misóginos vosotros, que yo no lo soy). Para justificar la sentencia tan sólo hace falta repasar la lista amatoria de la actriz (por no hablar de sus escasos y reguleros estrenos cinematográficos, pero eso ya es harina de otro costal). Primero, Fonsi Nieto, con el que parecía que incluso se iba a casar. Pues no va la pobre y se entera por la prensa y con la cámara enchufada que su novio le ha ornamentado tan regia testa y no precisamente con la corona de un GP (Gran Premio de Motociclismo, porque por lo que dice la rumorología popular Fonsi se dedica a pilotar motos, aunque lo haga sin pena ni gloria). Segundo, el gabacho Michael Young, un pretendido cómico francés que tenía menos gracia que los bollos de garbanzo. Entre otras lindezas, se dedicó a comentar que Elsa era la mujer más guapa con la que se había acostado sin pagar e incluso le tiró de la coleta en pleno directo en la versión franchuta de Lo más plus . Y ella seguía a su lado impertérrita, o es una estoica o tiene muchas tragaderas. Y tres, finalmente emergió Adrien Brody. Aunque parece que éste llegó para quedarse no queda muy claro a tenor de sus últimas declaraciones: Glamour pregunta “¿Y quién es la última mujer que ha caído en tus redes?”, a lo que él responde “Me gustaría decir que Elsa. Pero algo no cuaja, aunque oficialmente nos siguen considerando pareja. Me gusta vivir como los jóvenes: libertad, clubes, travesuras, sin presiones. Si alrededor hay tantas belleza...”. Mi teoría es que Brody está enchochao, pero que ella sólo lo utiliza como trampolín al estrellato americano, porque aquí ya tiene todo el pescado vendido. Pero dejemos esto a un lado, pues se trata de elucubraciones personales y no de hechos contrastados como los que he esgrimido hasta ahora.

El último capítulo de su mala suerte se escribió hace apenas quince días con el robo por parte de Interviú de las fotos que tenía por publicar Elle. Así, lo que iba a ser otra estrategia más del sin par Mario Vaquerizo (malo cuando en los actos y fiestas se ve y destaca más el propio manager que la estrella) para vendernos una Elsa repleta de glamour, sutileza y distinción, se ha convertido en un burdo folletín de pseudopornografía maruja de andar por casa. Parece que toda la suerte de la Pataky se gastó en las operaciones estéticas. Y en los tiempos que corren de Cambios Radicales de duros a cuatro peseta, eso ya es mucho.


Firma invitada: inédita

No hay comentarios:

Publicar un comentario