martes, 12 de febrero de 2008

Las fiestas a las que no me invitan
















Este es el afterparty del desfile de de Marc Jacobs en Nueva York que según los entendidos de moda fue lo más de lo más. Aquí a Marc le queremos mucho, a él y a sus ex novios, a veces no le aguantamos porque no nos gustan sus amigos, pero siempre se lo reprochamos como una severa madre, por su bien, claro.

La música la puso M.I.A y aunque esta chica no me gusta nada, en el sentido más amplio de la palabra, habría estado encantada de subir un vídeo de ella, una pena que su compañía Universal no los tenga a disposición del populacho. Y claro, una sucesión de imágenes de ella, con su peculiar gusto para combinar estampados, a ritmo de su machacona música pues como que no. Así que nada, por referencias.

Lo que si ponemos es el desfile a ritmo de Sonic Youth:





Eugenia de La Torriente, en El País, 12-2-2008

Marc Jacobs, de 44 años, ha cambiado mucho desde que hace uno decidió aparcar sus adicciones en favor de un cuerpo atlético y una vida saludable. Hasta ahora, ese giro había dejado un rastro convulso y agitado en su trabajo y un afán exhibicionista un tanto ególatra en su proceder. Con el viernes llegó la madurez. Lo hizo de la mano, eso sí, de todo lo que ha definido la carrera del hombre que en 1992 sacó el grunge de los recodos de la angustia adolescente y lo metió en los salones de los adultos. Y nada más significativo que acompañarse de Sonic Youth, amigos íntimos y precursores de aquel movimiento.

Cuando Kim Gordon empezó a cantar Jams run free, una enorme pantalla mostraba las humeantes y tóxicas chimeneas de una fábrica. Tres temas después, cuando la modelo número 47 paseaba el último traje, un luminoso mono de dúctil terciopelo, el vídeo terminaba con una niña saliendo del agua y el plano de una cascada.

Los 20 minutos de este sedante ritual purificador no sólo fueron una experiencia francamente emocionante, también sirvieron para contemplar una colección de otoño suntuosa, de siluetas alargadas y envolventes, en frescos colores pastel y delicados grises. Tocadas con sombreros de tres puntas o con bandas en la frente, las modelos tenían un sutil aire ochentero y, sólo levemente, masculino.



Fuente: The Cobra Snake

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