miércoles, 21 de marzo de 2007
Compraría granadas de mano si él las vendiera
Tenemos un nuevo miembro en el equipo de Beijing. Tras mucho deseo reprimido el equipo creativo ha conseguido entrar en las grandes ligas del snobismo con su nuevo y flamante Mac-lo qué sea. Es grande, es blanco y tiene cosas tan útiles como una cámara frontal integrada que te permite ver como te arrancas los granos mientras trabajas delante de él. También tiene una cosa super útil: un mando a distancia con soporte imantado que se pega al monitor-cpu. Sí yo también había oído que los campos magnéticos no eran muy buenos para los chips. Nada, todo leyendas urbanas. Pero la llegada de este nuevo item supone que el equipo de contenidos tiene para él solito el vaio desde el que escribo estas palabras. La relación con este electrodoméstico tiene un lazo emocional que nos lleva a la auténtica adoración. No se trata tanto de la marca que también, como de este en concreto. Del modelo vaya. De la paliza que dimos hasta conseguirlo, de los oscuros y absurdos intereses que nos incitaron a la compra. Ahora lo sentimos nuestro, nuestro, y podemos comer manzanas mientras lo usamos.
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