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A diferencia de lo que suele pensarse, los aprendices del crimen nipón ni reciben clases de artes marciales ni manejan armas. Nunca serán los ninjas terribles, crueles y sin piedad de películas como Kill Bill 1 de Tarantino. El objetivo del adiestramiento se centra más en miner el ego de los jóvenes. Se trata de fabricar soldados que se someten totalmente a sus jefes gracias a técnicas que muchos llamarían de lavado de cerebro, incluso de reformateado [...] En adelante deberán pedir permiso para cualquier cosa y aceptar todo tipo de tareas, por humillantes que sean Esta larga y dura introducción al mundo del crimen los prepara mentalmente para soportar la cárcel. Algunos recibirán algún día la orden de matar a alguien o deberán llevar las armas de la banda, lo que puede conllevarles varios años entre rejas.
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Yakusa, Jérôme Pierrat y Alexandre Sargos
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