"En el muelle siempre me pierdo. El muelle Bausan es exactamente igual que las construcciones de Lego. Una estructura inmensa que parece no tener espacio sino más bien inventárselo. Hay un rincón del muelle que parece un retículo de avisperos. Panales bastardos que llena una pared. Son miles de tomas de corriente para la alimentaciñon de los contenedores reefer, los contenedores con los alimentos congelados y las colas unidas a este avispero. Todos los bocaditos de patata y las varitas del mundo están almacenadas en estos contenedores helados. Cuando voy al muelle Bausan tengo la sensación de ver por dónde pasan todas las mercancías producidas por la especie humana.
[...] Todos los tramos de carretera, los recorridos accidentales y oficiales desembocan en Nápoles. Cuando los barcos se aproximan al puerto, los enormes fullcontainers parecen animales ligeros, pero en cuanto entran en el golfo lentamente, acercándose al muelle, se convierten en pesados mamuts de planchas y cadenas herrumbosas en los costados que rezuman agua. Barcos en los que imaginas que viven tripulaciones numerosísimas. y en cambio descargan un puñado de hombrecillos que te parecen incapaces de controlar esas bestias mar adentro.
La primera vez que vi arribar un barco chino me pareción que estaba ante toda la producción del mundo. Mis ojos no conseguían contar, cuantificar los contenedores presentes."
Como no se ande con ojo Hugh Jackman, el guaperas de Danniel Henney le roba la película. Que lo sepa. Que lo de este chico es levantar pasiones y mover hordas de fans con cada caída de pestañas.
Esta sesión hará las delicias de sus detractoras. Más empalagosa imposible. Entre los tonos, la chica y la repostería rosa que parece hecha en la cocinita de la señorita Pepis, este reportaje no es apto para diabéticos ni góticos.
Estas fotos se merecían una historia pero como no la encuentro solo me limito a dqecir que hay gente que no sé a que edad ocurrirá exactamente, saben que van a poder vivir de su cara. Pueden ser actores o modelos, o camareros de bares de moda, dependientes de tiendas caras, pueden vivir de las mujeres o de los hombres. Saben que tienen décadas por delante para no preocuparse ni qué comeran, ni donde dormirán ni quién les llenará el depósito de gasolina. Saben que no estarán solos nunca a no ser que ellos quieran. Eva Longoria en Mujeres Desesperadas se lo deja muy claro en un episodio a su marido. Ella se va sola con sus piernecitas, su cara y su escueto modelito, sin un dólar y con las tarjetas canceladas. Horas después vuelve con unos zapatos increíbles donados amablemente por un desconocido que acaba pagándole también la comida. El mensaje es claro.