
















Miren que casualidad la futura novia de Maddox comparte su afición por la cultura japones. Ana nos dejó atonitos por su instinto natural para manejar los palillos, y tirarlos al suelo especialmente, y por los sabores refinados como los edamames y el sosísimo helado de judía. Además de conseguir una atención de los camareros japoneses que no es habitual que le prestan a una por mucho que se empeñe en pedir postre y dejar propina (sigh!).
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