martes, 11 de noviembre de 2008

Los malos hábitos







Hoy voy a ser sincero. Siempre he tenido, sin grandes esfuerzos, éxito con las mujeres. No digo conseguir hacerlas felices, ni ser feliz gracias a ellas, me refiero al éxito sin más. Soy capaz de vender a cualquiera de mis padres por una aventura de diez minutos con una mujer bella aunque luego me pase diez años lamentándome amargamente. Naturalmente existen reglas. La mujer de un amigo es sagrada. En este caso hay que dejar, con toda sinceridad, de ser amigo del tipo algunos días antes. La sociedad me aburre extraordinariamente, las mujeres nunca. Con frecuencia me sustraigo del mundo si una mujer imponente pasa frente a mí.
Eso sí, esta afición por las mujeres termina creándome numerosos problemas.

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