domingo, 14 de septiembre de 2008
La (nueva) historia de E.
En medio del tiroteo, E. escuchó unas pisadas que se acercaban, unas pisadas vacilantes, de hombre. Tal vez herido. Sintió que se apoyaba en la puerta. Vio girar el pomo: a la izquierda, luego a la derecha, luego otra vez a la izquierda. Notó la presión del cuerpo intentando forzar la entrada. La madera exhaló un leve crujido. Pensó de modo fragmentario en lo que iba a ocurrir. No tenía elementos con que alimentar su miedo. Por eso no tenía exactamente miedo. No sentía un miedo preciso. Flotaba sobre un gran vacío. Sabía que el futuro inmediato iría mucho más lejos que su imaginación...
Abrió maquinalmente el bolso y extrajo un perfilador de ojos. Llevaba el pelo corto, castaño, con el flequillo asimétrico. Se examinó en el espejo del lavabo y se gustó. Se encontró peligrosamente bella. Rizó, lenta y pausadamente, la pestaña izquierda hasta alcanzar una mayor profundidad en su mirada. Recibió el ligero roce de las cerdas con unos estremecimientos gratos. Se miraba intensamente a los ojos, como si quisiera hipnotizarse.
No existía el tiempo y ya había cesado el tiroteo.
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