lunes, 1 de octubre de 2007

Sí, vale, no hemos actualizado. Pero ¿qué esperaban? La fiabilidad de la palabra china es proverbial, que les pregunten a los Birmania. En fin, que hemos estado perdiendo el tiempo como casi siempre. Y entre las fuentes de dispersión que tenemos en nuestra vida ha llegado una nueva. Se llama Stitzer y no es nuestro. No es nuestro porque el bichito viene dentro de ese móvil de la foto y no se puede sacar de ninguna de las maneras. Y claro ese móvil no nos lo dejan ni oler. Entre que no tenemos el dedo prensor y el asunto aquel de las llamadas internacionales que nunca se aclaró, y yo sigo jurando que no tengo familia, ni amigos, ni deudas pendientes en Yunnan.
Bueno pues aquí el animalito (un híbrido de zorrillo/perrillo/ardilla con alas) tiene sus necesidades como todo el mundo y un carácter que en algunos se nos consideraría de caprichosos mimados e inaguantables para arriba. Le gustan los filetes y los caramelos, raramente las manzanas y las zanahorias no las quiere ni ver. Tiene problemas de sobrepeso y se ensucia constantemente. Hay que limpiarlo, despertarlo (todo el día roncando está), curarlo si se pone malo y hacerle mimitos que si no se deprime. Sus actividades lúdicas se reducen a traerte una pelota y un disco, pero con moderación que como se lo mandes muy lejos el zorrillo/perrillo/ardilla pasa de ti y te deja el disco perdido en el limbo de la tercera realidad y lo que más le mola es emborronar la pantalla del teléfono con un tubo de pintura. Lo que pasa que es adorable y está todo el día sonriendo y se le ponen coloraditos los mofletes y no hace caca que eso en una mascota es una ventaja lo mires por donde lo mires.

Este es otro de esos productos que las grandes compañías de países más pequeños que alguna Comunidad Autónoma, usan para justificar el precio de alguno de sus modelos de telefonía y que convierten a su propietario en una persona flamante capaz de atraer la atención en cualquier ronda de cervezas al grito de: Bueno, bueno, mirad lo que me he bajado!

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