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Seguimos indagando en la naturaleza humana y en la mezcla de culturas que está en la base de la filosofía del Beijing Chic. Coyote vuelve a mezclar la superposición de planos y el análisis del montaje, con la reflexión vital y el vértigo filosófico, y estoy a punto de exigirle unas de esas humillantes clasificaciones a base de estrellitas y puntos, porque al final no sé si le gustó o no la película. A mi estas visiones de choque cultural me llevan a identificarme con el pobre consúl marroquí en Los Ángeles, sl que imagino enviando una carta a la productora explicando que en Marruecos también hay gente muy maja y que no todos los polis marroquíes preguntan a un viejo desdentado a base de culatazos. Porque a identificarme con los protas no llego. Más que nada porque tengo muy claro a donde no me voy a hacer turismo en un autobús lleno de alemanes gilipollas.
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